Missionary Pentecostal Church

Dios Cuida de Ti

Protección Eterna

“Jehová te guardará de todo mal; Él guardará tu alma. Jehová guardará tu salida y tu entrada Desde ahora y para siempre.” Salmo 121:7-8 (RV1960)

Todos los que hemos tenido la bendición de ser padres entendemos el profundo deber de cuidar a nuestros hijos a como dé lugar. No se trata solo de un sentimiento: es una responsabilidad. Y si nosotros, siendo humanos e imperfectos, sentimos así, ¿cuánto más cuidará de nosotros nuestro Dios, que es fiel y cumple todas sus promesas?

Las Escrituras están llenas de declaraciones de Dios sobre su protección y cobertura. Pero su cuidado va más allá de lo terrenal: es eterno. Él guarda lo que ningún ser humano puede proteger por sí mismo: nuestra alma. Aquella alma que, al creer en Cristo, podrá descansar con esperanza en la eternidad, gracias a Su sangre derramada en la cruz, por la cual recibimos el perdón de nuestros pecados.

Cuidado Especial

“Entonces él les refirió esta parábola, diciendo:

¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso; y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido. Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.” Lucas 15:3-7 (RV1960)

Así es nuestro Dios. Cuando estamos atrapados en el miedo, la tristeza o el pecado, Él viene por nosotros. No importa cuán lejos nos sintamos, Dios no se olvida de sus hijos. Su cuidado es real, constante y profundamente personal.

Sabemos que no existe seguridad más grande para un hijo o hija que la que siente al estar en los brazos de sus padres. Ese amor incondicional es un refugio emocional y espiritual. La ciencia confirma que cuando un niño está en los brazos de su padre o madre, su mundo se vuelve seguro: su ritmo cardíaco se regula, su ansiedad disminuye, y aprende que no está solo en el mundo.

Ese contacto físico le enseña a confiar, a sentirse protegido, y a desarrollar lo que la psicología llama “Apego Seguro”. Este tipo de apego es la base sobre la cual un niño construye su identidad, sus relaciones futuras y su capacidad de amar. Estar en los brazos de sus padres no solo lo consuela: lo forma. Allí se siente refugiado, amado, sostenido… y en paz. (Fuente: Bowlby’s Attachment Theory; Harvard University’s Center on the Developing Child.)

“Como pastor apacentará su rebaño; En su brazo llevará los corderos, Y en su seno los llevará; Pastoreará suavemente a las recién paridas.” Isaías 40:11 (RV1960)

¡Qué hermoso es saber que tenemos un Dios que nos cuida como un pastor cuida de su rebaño!

Seguridad en Medio de Tanta Inseguridad

Hoy vivimos tiempos de incertidumbre, donde la promesa de seguridad se ha vuelto una moneda de campaña más. Pero solo Dios puede garantizar verdadera protección.

Como misioneros, hemos aprendido que vivir en otro país significa enfrentar una nueva realidad: nuestros derechos ahora están sujetos a leyes ajenas, y nuestra seguridad depende de personas que no comparten nuestra misma cultura de vida. No tienes poder de reclamar en un lugar que no es tuyo… pero Dios sí puede obrar por ti.

Allí es donde Dios se convierte en nuestro defensor, protector y cuidador. Cuando es Él quien te envía, ese es el mayor respaldo que puedes tener. No importa cuántas barreras haya, porque quien obra bien, Dios le paga bien. Lo dice Su Palabra:

“Porque los brazos de los impíos serán quebrados; Mas Jehová sostiene a los justos.” Salmo 37:17 (RV1960)

El cuidado de Dios por sus hijos es incondicional y eterno. Es una promesa perpetua de un Dios soberano que, aunque permite momentos de dificultad, no deja de proveer y proteger. A veces no entendemos cómo Él obra, pero no necesitamos entenderlo todo, solo debemos dejarnos guiar. Al final, siempre nos daremos cuenta de que fue lo mejor para nosotros.

El Abrazo que Forma

Cuando era joven, no entendía muchas decisiones de mis padres. A veces no estaba de acuerdo con ellos. Hoy, con los años, puedo decir: gracias a Dios por todo lo que permitieron y corrigieron, porque fue útil. Parte de madurar es aceptar que no todo lo podemos comprender, y que la fe nace en medio de esa incertidumbre. No vemos lo que viene, pero confiamos en que al final del túnel está la luz.

Cuando tomo en brazos a mi hija, puedo ver esa paz que ella siente. Sabe que mi abrazo la calma, la protege y le da seguridad, porque confía en que su papá está ahí para ella. Cuando se cobija en los brazos de su madre, sabe que hay una amor incondicional allí. 

¡Cuánto más cuidará Dios de ti!

Nunca olvides que, si haces el bien, Dios nunca te olvidará. Él no dejará que andes solo ni sin esperanza. Él mismo te llevará en sus brazos para protegerte.

“Porque los ojos del Señor están sobre los justos, Y sus oídos atentos a sus oraciones; Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal.” 1 Pedro 3:12 (RV1960)

Pastor Emilio Pereira

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